XIII Aniversario del Hogar San Juan

Querida familia del Hogar:

Hace quince días os escribía al comenzar la Semana Santa. Ella nos ha llevado a la Alegría de la Pascua. Alegría porque hay esperanza fundada. No somos ilusos, o unos privilegiados sin problemas, sino que habiendo conocido el amor de Dios en Cristo, lo hacemos proyecto de vida que merece la pena para nosotros, camino a recorrer con él. Ojalá que, como él, pero al menos a su lado, intentando ser la sombra que indica su presencia.

Hace trece años de aquella eucaristía que marcó el comienzo de esta casa. Desde entonces, su presencia real se nota en esta pobre sombra que somos nosotros, silueta recortada de su misericordia, pero afirmación al fin y al cabo de que no sólo hay oscuridades en la vida, sino Luz. Eso indica la sombra ante la luz del sol: que no siempre es de noche.

“…. Habiendo amado a los suyos …. los amó hasta el extremo…”. Esa era la afirmación del pasado jueves Santo, lo dice en pasado: habiendo amado. Pero en Dios el amor nunca es pasado ni tiene barreras, por eso va más allá: hasta el extremo. Tampoco nosotros podemos conformarnos con lo que hemos hecho, regalado o sembrado. Como Dios, hay que ir más allá. Y por eso, en este aniversario nos volvemos a preguntar ¿Cómo podemos ir más allá?

Desde hace más de un año ha aumentado el número de mujeres en situación de calle, sin hogar. Algunas han pasado por aquí o están con nosotros, y la realidad nos dice que eso va a ir a más. Por eso, teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, vamos a poner en marcha un espacio específico, digno, adecuado, para mujeres sin hogar. Estamos preparando la segunda planta del hogar, para acoger siete habitaciones, salón, comedor, etc., para ellas, donde, compartiendo su vida, puedan tener un proyecto de vida nuevo, diferente de ese mundo destructivo que es vivir en la calle.

Os felicito por la esperanza de la Pascua. Os felicito por los trece años construidos a la luz de la misericordia de Cristo. Os felicito por mirar hacia delante con el deseo de profundizar en esa siembra del bien que no se puede parar, reducir o asustar. Lo ponemos todo en las manos de la Madre de la Misericordia, para que nos enseñe a mirar siempre como ella a nuestro alrededor, descubriendo dónde falta el vino de la esperanza, dónde multiplicar el pan que lleva alegría en medio del hambre, y dónde ser mirada que siembre vida en un crucificado.

GRACIAS, FELICIDADES……. Os recuerdo ante el Señor y su bendita madre.

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